Del 4 al 6 de enero de 1964, el Papa Pablo VI visitó los lugares donde se originó el cristianismo. Este viaje y peregrinación a Tierra Santa se dio en medio de un conflicto en Oriente Medio, región que actualmente está en guerra, y fue la primera vez que un Papa viajó al extranjero.
Veinte siglos después de que san Pedro dejara la tierra que habitó Jesús, su sucesor número 262 dejó Roma para retornar al lugar donde Cristo fundó su Iglesia en una "peregrinación de plegaria y penitencia".
Este breve viaje tuvo una duración de tres días en los que visitó 11 localidades de dos países diferentes y fue el primero de nueve viajes que Pablo VI realizó al extranjero. En los apuntes del Pontífice del 21 de septiembre de 1963 -poco más de tres meses antes del viaje- quedó registrado el surgimiento de esta idea:
"Después de una larga reflexión, y después de haber invocado la luz divina... parece que se debe estudiar positivamente como posible una visita del Papa a los Lugares Santos en Palestina... Que este peregrinaje sea rapidísimo, que tenga un carácter de simplicidad, de piedad, de penitencia y de caridad".
El recorrido
El programa exacto de la visita alcanzó su versión definitiva un día antes de su partida y, el cuatro de enero, el Papa Pablo VI pisó Tierra Santa, convirtiéndose en el primer sucesor de Pedro en pisar estos lugares sagrados.
Aterrizó en Ammán, saludo al Rey Hussein -a quien aseguró sus oraciones por la paz- y partió hacia Jerusalén.
Ya cerca de Jerusalén las multitudes lo rodearon y los guardias poco pudieron hacer. El Pontífice, sonriente, llegó al lugar en donde celebró su primer servicio religioso: el Santo Sepulcro.
Visitó el río Jordán, los restos de la casa de Lázaro, el Getsemaní, la gruta en donde se encuentran los restos de la casa de María, el mar de Galilea, el sitio arqueológico de Cafarnaún, el Monte de las Bienaventuranzas y Belén, entre otros lugares. Además, rezó en el lugar en el que, según la tradición, Jesús confió la Iglesia a Simón Pedro.
"Al pueblo de la Alianza" dijo implorar a Dios por la reconciliación y la concordia entre los pueblos.
"Como peregrinos de la paz, Nos imploramos ante todo el bien de la reconciliación del hombre con Dios y el de la concordia profunda y sincera entre todos los hombres y entre todos los pueblos. Quiera Dios escuchar nuestra oración, ese Dios que tiene para nosotros, como proclama el Profeta ‘pensamientos de paz y de no aflicción’ (Jer 29, 11)".
El abrazo
El cinco de enero se encontró con el Patriarca de Constantinopla, Atenágoras I, que viajó a Jerusalén para reunirse con él. En ese momento se dieron un abrazo que pasó a la historia y recitaron juntos el padrenuestro en latín y en griego.
En su saludo al Patriarca, dijo: "El pueblo y todo entero el Concilio Ecuménico tomarán nota con alegría profunda de este acontecimiento histórico. Por lo que a Nos toca, elevamos a Dios una plegaria de acción de gracias y le pedimos que nos ayude para seguir por este camino".
36 años después, un Pontífice -san Juan Pablo II- visitó nuevamente Tierra Santa; Benedicto XVI viajó en 2009 y cinco años después el Papa Francisco regresó a Jerusalén con motivo del 50 aniversario del encuentro entre el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, donde invitó a dejar de lado "los recelos que hemos heredado del pasado" y a abrir el corazón "a la acción del Espíritu Santo, el Espíritu del Amor (cf. Rm 5,5), para caminar juntos hacia el día bendito en que reencontremos nuestra plena comunión".