Casados, religiosos, solteros, religiosas, sacerdotes; todos hemos recibido un llamado especial para realizarnos como cristianos y como personas, el cual a veces no está muy claro para todos, pero se trata de reconocerlo porque es donde daremos más frutos.
De hecho, por los sacramentos de iniciación cristiana, recibimos la "vocación común de todos los discípulos de Cristo, que es vocación a la santidad y a la misión de evangelizar el mundo", como lo menciona el Catecismo de la Iglesia Católica (1533).
El llamado de Dios
En cuanto a la vocación especial, es un deber de todo cristiano discernir profunda y concienzudamente cuál es la misión a la que está invitado a vivir y asumir su compromiso, y si ha elegido bien, no le costará trabajo decidirse a seguir la voz de Dios, con quien tiene que estar en contacto constante.
Sin embargo, los obstáculos se presentarán durante el camino, indudablemente, porque cuando se quiere hacer lo correcto, el maligno se interpondrá para desviarnos. Un candidato a diácono responde para Aleteia qué hacer cuando llega la crisis.
La crisis llega para cualquiera
Juan Pablo pronto se ordenará como diácono. Su vocación siempre estuvo latente, sin embargo, después de ejercer su profesión, decidió ingresar al seminario y ser sacerdote. Él cuenta a Aleteia que dentro del proceso siempre surge la crisis vocacional, sin embargo, en la formación les van enseñando a madurar la decisión tomada, a ser perseverantes y aprender a superar las crisis. Por ello, nos ofrece algunas ayudas espirituales para hacerle frente a la duda:
1Cuidar la parte espiritual
"Dios siempre está con nosotros y la Virgen María siempre nos va ayudando"; Juan Pablo, por eso, propone encontrar tiempo para estar a solas con Dios y la Santísima Virgen. Orar, ir a Misa y confesarse frecuentemente serán clave para no quedarse estancado.
2Una estrecha relación con la familia
Tener "una familia fuerte" que siempre esté cerca de nosotros será apoyo incondicional y nunca sobrará su compañía, porque nos ayudarán a recordar "los principios que nos inculcaron nuestros padres", agrega el próximo diácono.
3La buenas amistades
Otro vínculo esencial es el que tenemos con las personas cercanas, aquellas que nos ayudan a centrarnos cuando tenemos un conflicto y que desean verdaderamente nuestro bien, por eso es importante saber elegirlas. Una amistad que nos aconseje en el camino correcto, siempre será un valioso tesoro (Eclo 6, 14).
Estos consejos valen para cualquier cristiano que quiera crecer espiritualmente, pues las tentaciones no solo son para los sacerdotes o las personas consagradas, casados y solteros también tienen que cuidarse para no perder la gracia y ser fieles en su vocación.