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En Cuaresma es común -más que en cualquier tiempo del calendario litúrgico- practicar el ayuno; el cual, en la Escritura, siempre ha sido un símbolo de penitencia, así como la ceniza y vestirse de saco.
Un ejemplo de ayuno es el del rey David cuando pecó contra Dios, quedándose con Betsabé, mujer de Urías. Una vez consciente de su pecado, él ayuna arrepentido para que el niño que ella ha concebido no muera.
David recurrió a Dios en favor del niño: ayunó rigurosamente y, cuando se retiraba por la noche, se acostaba en el suelo (2 Sam 12, 16).
Sin embargo, el ejemplo máximo lo da Jesús en el Nuevo Testamento cuando ayunó cuarenta días en el desierto. Esta práctica está, pues, ampliamente fundamentada en la Sagrada Escritura.
El Padre Tadeo explicó para Aleteia este importante tema. Te invitamos a consultar este video.