Louis espera en su habitación, acomodado en su silla de ruedas negra, con la espalda y la cabeza muy rectas. Apenas se mueve, pero encarna exactamente lo contrario de la inercia. Louis vive, y vive plenamente.
Crecer con discapacidad
Cualquiera diría que la vida ha sido dura con él, o incluso que le ha desheredado. A los dos años y medio le diagnosticaron Distrofia muscular de Duchenne. Esta enfermedad genética progresiva afecta a los músculos, que se debilitan progresivamente hasta quedar paralizados. A medida que crecía, Louis fue perdiendo el uso de los brazos y luego de las piernas. Su capacidad respiratoria también disminuyó: el joven está conectado a asistencia respiratoria por la noche y pronto lo estará durante el día. "Es difícil, pero cuando tienes algo por lo que vivir, sigues adelante", dice con una sonrisa.
¿Es la enfermedad una injusticia? responde:
"No. Es una prueba. En nuestra vida, todos sufrimos en algún momento: solo tenemos que dar otra dimensión a ese sufrimiento. La fe es lo que lo hace posible. La fe significa recordar el misterio de la Encarnación: creo firmemente que Cristo vino a compartir mi sufrimiento. No lo rehúye; se acerca a él. Esto nos ayuda a comprender que Dios no quiere el sufrimiento; lo combate. Y más que eso, viene a unirse a nosotros en él".
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