Desde octubre de 2023, el obispo Roberto Álvarez lleva sobre sus hombros una doble responsabilidad, ya que es a la vez obispo de la diócesis de Rawson, recientemente creada, y administrador apostólico de la diócesis de Comodoro Rivadavia, ambas situadas en la Patagonia argentina. En su toma de posesión como Obispo de Rawson, el pasado 17 de febrero, comparte su día a día, sus sueños y sus dificultades. La diócesis, que aún está en pañales, se enfrenta a unos retos singulares.
Desde octubre de 2023, el obispo Roberto Álvarez lleva sobre sus hombros una doble responsabilidad, ya que es a la vez obispo de la diócesis de Rawson, recientemente creada, y administrador apostólico de la diócesis de Comodoro Rivadavia, ambas situadas en la Patagonia argentina. En su toma de posesión como Obispo de Rawson, el pasado 17 de febrero, comparte su día a día, sus sueños y sus dificultades. La diócesis, que aún está en pañales, se enfrenta a unos retos singulares.
Una diócesis de 100 mil km2
Quizá el mayor reto sean las enormes distancias que separan a sus comunidades. La nueva diócesis abarca unos 100 mil kilómetros cuadrados, una superficie mayor que Portugal o Austria. El obispo describe una realidad que a veces exige sacrificios extremos:
"Aquí no hay trenes ni casi aviones, así que nos desplazamos en coche. Hay zonas rurales donde tenemos que recorrer 200 km en cada sentido para celebrar Misa".
Para asistir a la reunión pastoral de toda la Patagonia, algunos participantes tienen que recorrer mil 500 o dos mil kilómetros, por ejemplo los que vienen de Ushuaia. "Pero lo hacen, y con mucha alegría, porque saben lo importante que son estos encuentros para el futuro de la evangelización", explica el obispo.
"A veces es más fácil contar con su participación aquí en la Patagonia que en otros lugares donde he trabajado antes, donde las distancias eran mucho más cortas". También debe recorrer cientos de kilómetros como parte de su trabajo: a fines de enero, por ejemplo, viajó 807 kilómetros por carretera para asistir al encuentro binacional por la paz y la fraternidad entre Chile y Argentina, realizado en el puesto fronterizo sudoeste de la provincia de Chubut.
En este contexto particular, el obispo Álvarez subraya la importancia de la formación del clero. De los doce sacerdotes que atienden la diócesis de Rawson, seis son extranjeros y seis argentinos, de los cuales solo tres son de la Patagonia. "Sólo tengo un puñado de sacerdotes, por lo que aquí los laicos cumplen realmente su misión bautismal, por lo que tienen un rol fundamental", continúa. "Como las distancias son enormes, es importante cuidar a los sacerdotes, acompañarlos. Este año hemos tenido el primer encuentro del clero joven y estaban muy contentos".
El reto de la financiación
Otro reto al que se enfrenta monseñor Álvarez es la pobreza, que ha aumentado aún más en los últimos ocho o diez años. "Cuando no tienes nada, no tienes preocupaciones propias. Solo me preocupa cómo mantener económicamente a mis agentes de pastoral en la diócesis", dice.
"Mira, acabo de terminar de planchar la ropa. No tengo casa propia. Lavo, plancho y hago todo yo mismo. Vivo de la caridad de mis sacerdotes, que me dan alojamiento y comida. Siempre hay un cura en una parroquia que te presta una almohada. A pesar de las dificultades económicas y geográficas, afirma con una alegría contagiosa: "Soy muy feliz".