22 de enero de 1944: las fuerzas aliadas desembarcan por sorpresa en Anzio, a 50 kilómetros al sur de Roma. Los ejércitos nazis en Italia reaccionan rápidamente y bloquean el paso hacia la capital posicionando sus ejércitos entre el mar Tirreno y las colinas de Alban. Este pequeño macizo volcánico se convirtió de repente en un lugar estratégico, con el frente de Anzio al suroeste y el de Monte Cassino al este. Ciudades enteras de la llanura fueron arrasadas por los B-17 estadounidenses, entre ellas Albano. Miles de italianos que vivían en la llanura costera buscaron refugio en las alturas de los pueblos de las colinas de Alban, y en particular en la pequeña ciudad de Castel Gandolfo, a 20 km al sur de Roma.
Vinieron a buscar la protección del Papa Pío XII, que los acogió en gran número tanto en la villa papal -su residencia de verano- como en otros edificios, entre ellos uno perteneciente a Propaganda Fide -el organismo vaticano responsable de la actividad misionera de la Iglesia-.
El Papa Pío XII, de acuerdo con los responsables de los edificios, autorizó la acogida de casi 12 mil personas en estos lugares, donde la extraterritorialidad debería, en teoría, garantizar un cierto nivel de seguridad. "El Papa vigilaba de cerca la acogida de refugiados", explica Luca Carboni, archivero del Archivo Apostólico Vaticano, comisario de la exposición instalada en la villa papal de Castel Gandolfo. Las familias se instalaban donde encontraban cobijo: en palacios, en jardines, bajo las bóvedas de Piranesi… Se formó un auténtico "pueblo de refugiados".
Los 36 recién nacidos en la Cámara Papal
Pero los bombarderos aliados bombardearon toda la región, y a veces incluso los territorios de la Santa Sede. Lo peor ocurrió el 10 de febrero de 1944, cuando un diluvio de bombas cayó sobre la villa de Propaganda Fide. El balance fue terrible: más de 500 muertos, muchos de ellos niños.
"Fue una experiencia traumática para la población local, que aún hoy recuerda a sus muertos", afirma Luca Carboni.
Aunque no se admitió a ningún soldado en las villas papales, los estadounidenses habían recibido información de que estaban "llenas de nazis". Aún hoy, una asociación de familiares de las víctimas hace campaña para que el acto sea reconocido como crimen de guerra.
Tras el atentado, los equipos del Papa se organizaron para ayudar a los numerosos heridos, ocupando algunas habitaciones de los pisos pontificios para albergar un hospital. En la habitación personal del Papa, transformada en sala de partos, nacieron incluso 36 niños, muchos de los cuales recibieron el nombre del pontífice -Eugenio Pío o Pío Eugenio- en homenaje a Pío XII, Eugenio Pacelli.
En recuerdo de esta historia poco conocida de hace 80 años, los Museos Vaticanos han reunido las huellas de este episodio particularmente doloroso, que tuvo una gran repercusión en la atención prestada por el Papa a la difícil situación de los refugiados de guerra. Pocos meses después de la tragedia, Pío XII decidió acudir en su ayuda fundando, el 18 de abril de 1944, la Comisión Pontificia de Ayuda a los Refugiados.
Consulta
Desde el 10 de febrero, esta exposición es una cita ineludible en el circuito de visitas de la Villa Papal de Castel Gandolfo, al sur de Roma.