La templanza es "la virtud de la justa medida", explicó el Papa en su catequesis del 17 de abril de 2024, con la que concluyó su ciclo sobre las virtudes cardinales, después de sus enseñanzas sobre la prudencia, la fortaleza y la justicia. Ante varios miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para la audiencia general, el Papa Francisco invitó a expresarse con templanza, para "evitar situaciones de conflicto innecesario y promover la paz en nuestra sociedad".
Recordando que esta virtud cardinal está presente en la filosofía antigua, especialmente en la Ética a Nicómaco de Aristóteles, el Papa Francisco se refirió a su definición en el Catecismo de la Iglesia Católica. Este texto de referencia sobre la ética católica afirma que la templanza "asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos dentro de los límites de la honestidad. La persona templada orienta sus apetitos sensibles hacia el bien, mantiene una sana discreción y no se deja llevar a seguir las pasiones de su corazón", se especifica en el artículo 1809.
Por el contrario, "las personas que actúan siempre por impulso o exuberancia son, en definitiva, poco fiables", advirtió el Papa.
En un mundo en el que tantas personas se jactan de decir lo que piensan, la persona templada prefiere en cambio pensar lo que dice".
El Papa subrayó que la virtud de la templanza también nos ayuda a saborear los placeres "con discernimiento", como cuando degustamos un buen vino. "¡Cuántas personas que lo han probado todo vorazmente han terminado perdiendo el gusto por todo!"
Francisco subrayó también que "la persona templada sabe pesar y medir las palabras". "Hay un tiempo para hablar y otro para callar, pero en ambos casos hay que saber mantener las cosas en perspectiva", explicó.
Conciliar corrección y benevolencia
Esto no significa, sin embargo, que haya que callarse ante comportamientos injustos o desequilibrados. "Una palabra de reproche es a veces más saludable que un silencio amargo y resentido", subrayó el Papa, para quien esta noción de corrección no se contradice con un principio de benevolencia hacia los demás.
La persona templada "afirma principios absolutos, afirma valores innegociables, pero también sabe comprender a las personas y mostrar empatía hacia ellas", insistió.
"El don de la persona templada es, por tanto, el equilibrio, una cualidad tan preciosa como rara", subrayó. La persona templada "es sensible, sabe llorar y no se avergüenza de hacerlo, pero no llora sobre sí misma". La templanza "permite saborear mejor las cosas buenas de la vida: estar juntos en la mesa, la ternura de ciertas amistades, la confianza de las personas sabias, el asombro ante la belleza de la creación", explicó el Papa, precisando que este don de la templanza es una manifestación de "madurez afectiva" y de "madurez social".