Todo ser humano lleva cicatrices de las que puede curarse, por lo que la cárcel debe ser un "lugar de renacimiento", donde se proteja la dignidad humana, dijo el Papa en su primer discurso en Venecia, pronunciado en una cárcel de mujeres.
El Santo Padre se encuentra en el norte de Italia para un breve viaje de un día, que incluye una visita al Pabellón de la Santa Sede para la Bienal de Venecia, ubicado en el centro penitenciario femenino de la Giudecca.
En la capilla barroca del siglo XVI de la prisión, de cuyo techo colgaba una colorida creación en tela de la artista Sonia Gomes, el Papa fue recibido por el cardenal José Tolentino de Mendonça, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación. El cardenal portugués, comisario de la exposición y figura clave en la visita del Pontífice a Venecia, recordó en un breve discurso que Francisco fue el primer Papa que visitó la Bienal de Venecia, un evento de fama mundial en el ámbito del arte contemporáneo.
El arte como refugio
"El mundo necesita artistas", dijo el Pontífice ante ocho de los nueve artistas expositores, así como ante numerosos representantes políticos. Reflexionó sobre el hecho de no sentirse "extraño" a los artistas, explicando que el arte tiene esa capacidad de convertirse en una "ciudad refugio" para todos los seres humanos; invitó a su auditorio a imaginar un mundo en el que nadie se sienta extraño.
El arte se convierte entonces en una "ciudad que desobedece el régimen de violencia y discriminación para crear formas de pertenencia humana capaces de reconocer, incluir, proteger y abrazar a todos".
El Pontífice elogió la exposición del Pabellón de la Santa Sede, con el tema "Con mis ojos".
El arte, dijo, puede educar la mirada contemplativa para dejar de ser "indiferente" al mundo y a las personas.
«Seguid remando»
A continuación, en un encuentro con jóvenes, el Papa les instó a ser activos. Advirtió contra el peligro de convertirse en "teleadictos", vencidos por las dificultades del mundo. Les puso como modelo Venecia, "que nos dice que remando con constancia se llega lejos".
Para ello, hay que evitar dejarse llevar o regirse solo por las emociones.
Rezo cuando me apetece, voy a Misa cuando me apetece, hago cosas buenas cuando me apetece… eso no produce resultados: hay que perseverar, día tras día", insistió.
El Pontífice les instó a ir "contracorriente" de una sociedad en la que todos "están solos con el móvil, enganchados a las redes sociales y a los videojuegos".
"Toma las riendas de tu vida, involúcrate, apaga la tele y abre el Evangelio, deja el móvil y sal al encuentro de la gente", recomendó, en un animado discurso en el que interactuó con su joven auditorio.
Vino del amor de Dios
En una Misa celebrada en la plaza de San Marcos, el Santo Padre exhortó a proteger el patrimonio ecológico y humano de Venecia, "uno de los lugares más sugestivos del mundo".
Para la celebración eucarística, el icono de la Madonna della Salute, particularmente venerada por los venecianos, fue sacado de la basílica a la que dio su nombre y colocado cerca del altar.
Basándose en el Evangelio del día, el Papa rindió homenaje al Beato Juan Pablo I, que fue Patriarca de Venecia antes de ser elegido Papa en 1978. Subrayó que estar unidos a la vid no significa "quedarse quietos, aparcados en la pasividad". Al contrario, nos instó a crecer en nuestra relación con Dios para producir "el vino del amor de Dios en el corazón del hombre" y generar así esperanza.
Tras la Misa, el Papa dedicó un tiempo a la oración ante las reliquias del evangelista San Marcos.