Tras el último partido de su carrera, ya ha encontrado un equipo con el que jugar el resto de su carrera. Ludovic Duée, de 32 años, capitán del Saint-Nazaire Volley-ball Atlantique, disputó el miércoles 24 de abril contra el Tours la final del Campeonato de Francia de Voleibol, su última temporada como jugador profesional. ¿Y ahora qué? El jugador ya tiene la vista puesta en una carrera que puede sorprender a algunos, ya que declara a Ouest France que quiere convertirse entrar al seminario para convertirse en canónigo.
Y, sin embargo, no hay nada obvio en ello. Ludovic podría haber destacado en el voleibol durante varios años más. Al contrario, se trata de una elección "entre una vocación y una profesión (…) una elección hecha de antemano que quería ser voluntariamente libre, desde lo más profundo de mi ser".
Aunque procede de una familia católica practicante, su fe se despertó tarde. Como muchos jóvenes de su edad, cuando era adolescente se conformó con su educación sin pensarlo mucho. "Seguía el movimiento más para no meterme en líos que por otra cosa. Tenía mayor interés en escapar de los conflictos que convicciones profundas", admite el deportista. "Siempre he creído en Dios, pero me limitaba a lo mínimo. Solía ver a Dios con una pistola, listo para darme una paliza si me pasaba de la raya".
Descubrí que Dios me amaba, y que lo único que esperaba era que yo también le amara".
Fue durante la pandemia de Covid cuando Ludovic descubrió realmente a Dios. Aquí estaba, como muchos franceses, atrapado entre cuatro paredes, soportando todo el peso de una soledad que ya no conocía. Fue una época de introspección y cuestionamiento existencial.
No lejos de Narbona, donde vivía entonces, un lugar de paz y oración respondió a todas sus preguntas. "Tuve la suerte de conocer a la comunidad de canónigos regulares de Lagrasse, no lejos de Narbona. Me acogieron muy bien y respondieron a todas mis preguntas sobre mi malestar y todo eso", recuerda Ludovic. "Llegué a cambiar mi fe, es decir, de un Padre amenazador que estaba ahí para pegarme, a un Dios amoroso. Descubrí que Dios me amaba, y que lo único que esperaba era que yo también le amara. Ésa fue la base de este viaje".
Entrada en el seminario
Ludovic se prepara para ser canónigo regular en la Abadía de la Madre de Dios. La primera etapa es el postulantado, que le ayudará a tomar las decisiones correctas, como explica el deportista.
"Estaré entre tres y seis meses, durante los cuales viviré todo desde dentro con los canónigos, para conocer mejor esta comunidad y saber si es realmente buena para mí y para ellos a largo plazo".
A este periodo le sigue el noviciado simple, en el que el postulante recibe el hábito comunitario. Al cabo de un año, emitirá los votos temporales y estudiará filosofía y teología durante cuatro años. No es hasta que el novicio emite sus votos perpetuos, cinco años después de su llegada a la abadía, cuando se convierte en canónigo definitivo.
Mientras tanto, ya está preparando el terreno. Los balones de voleibol podrían volar por el corazón de la abadía, donde los canónigos ya disfrutan de este deporte. "Ya hemos hecho algunos entrenamientos de iniciación, un poco de refuerzo, e incluso hemos montado un pequeño gimnasio en la abadía. La comunidad es muy dinámica y muy abierta al mundo, con un lado apostólico muy marcado, y eso es lo que me ha gustado también", confiesa Ludovic. En resumen, ¡toda una victoria!