Al comienzo de los Hechos de los Apóstoles, el autor -san Lucas, según la tradición- vuelve sobre el hecho de que en su Evangelio dio testimonio de la vida de Jesús "hasta el día en que fue elevado al cielo, habiendo dado sus instrucciones por medio del Espíritu Santo a los Apóstoles que había elegido". Luego prosigue: "Fue a ellos a quienes se presentó vivo después de su Pasión; les dio muchas pruebas de ello, pues durante cuarenta días se les apareció y les habló del reino de Dios".
Esta fuente explica por qué la Ascensión, que marca el final de la misión terrena de Cristo, se celebra cuarenta días después de Pascua. Este número es importante porque se repite a lo largo de la Biblia: el Diluvio dura cuarenta días, Moisés pasa cuarenta días en el monte Sinaí y permanece en el desierto con el pueblo de Israel durante cuarenta años y, por último, Cristo lucha contra el diablo en el desierto durante cuarenta días.
Como la Pascua cae siempre en domingo, la Ascensión cae inevitablemente en jueves. Y ello a pesar de que el primer registro histórico de la fiesta de la Ascensión, de Eusebio de Cesarea en su Vida de Constantino (siglo IV), afirma que se celebraba siete semanas después de Pascua, al mismo tiempo que Pentecostés, y por tanto en domingo.
Sin embargo, a partir del siglo V, la fiesta de la Ascensión se distingue de la de Pentecostés y se fija progresivamente en cuarenta días después de la resurrección, es decir, un jueves. Con respecto a esta solemnidad, el Derecho Canónico enseña que la Ascensión es una de las "fiestas de precepto", las diez fiestas en las que los católicos están obligados a asistir a Misa.
La Iglesia se adapta a los días festivos
Por eso puede sorprender que este año el Papa Francisco celebre el día de la Ascensión no el jueves, sino tres días después, el domingo. De hecho, así ocurre todos los años, y no sólo en el Vaticano: Italia, Irlanda, algunas diócesis de Estados Unidos, México y Portugal siguen esta práctica.
La explicación de esta diferencia reside en el calendario de días festivos propio de cada país. En Francia, gracias al Concordato firmado por Pío VII y Napoleón Bonaparte, el día de la Ascensión se convirtió en festivo y aún no se ha retirado. Muchos países también celebran esta fiesta como día festivo.
Sin embargo, en los países en los que la Ascensión no es día festivo, la conferencia episcopal local puede solicitar al Vaticano que la fiesta se traslade al domingo siguiente. Esta derogación, validada por un indulto papal, no solo afecta al día de la Ascensión. En Francia, es el caso del Corpus Christi, que está previsto para el jueves siguiente al domingo de la Santísima Trinidad, pero que se celebra, a petición de los obispos franceses, el domingo siguiente, a diferencia de Polonia, por ejemplo, donde el jueves del Corpus Christi es festivo.
En cambio, en el Vaticano, el jueves de la Ascensión es naturalmente festivo. En este caso concreto, los pontífices, como primados de Italia, se han alineado no obstante con la decisión de 1977 de la Conferencia Episcopal Italiana, a la que pertenecen, de aplazar la solemnidad hasta el domingo siguiente. En Italia, el día de la Ascensión no es festivo. El objetivo de trasladar la fiesta a un domingo estaba claro en aquel momento: animar a los fieles a participar en esta fiesta cristiana esencial.
Algunos paises que celebrarán la Ascensión este domingo: