"El problema de nuestro mundo no es el nacimiento de niños: es el egoísmo, el consumismo y el individualismo, que hacen que las personas se sientan llenas, solas e infelices", recalcó el Papa Francisco en la cuarta edición de los Estados Generales sobre la Natalidad, que se celebraron en Roma el 10 de mayo de 2024. Tras pedir a los gobiernos europeos que afronten el problema de la disminución de la natalidad para no convertirse en un "continente de viejos", el Papa instó a los jóvenes a no resignarse a las dificultades de la época actual.
Por cuarto año consecutivo, el Pontífice fue recibido en el anfiteatro de la Via della Conciliazione, cerca del Vaticano, con ocasión de los Estados Generales de la Natalidad. Este acontecimiento, apoyado por el Gobierno y varias empresas italianas, pretende reactivar el descenso de la natalidad en Italia.
"El tema de la natalidad me toca especialmente de cerca", insistió el Papa ante los aplausos de los cerca de mil 300 participantes, muchos de ellos jóvenes y niños. La edad media en Italia es de 47 años, y la tasa de fecundidad no ha dejado de bajar en los últimos años.
En su discurso, el Pontífice -que no estuvo acompañado por la Presidenta del Consejo, Giorgia Meloni, como el año anterior- atacó los efectos perversos de las teorías maltusianas que consideran el hambre o la contaminación como efectos de la superpoblación, calificándolas de "anticuadas y superadas desde hace tiempo". Estas teorías, explicó, hablan "de los seres humanos como si fueran problemas", mientras que cada ser humano debe ser visto como "un don".
"No son los niños sino el egoísmo lo que crea la injusticia y las estructuras de pecado", insistió el Papa. Los culpables, dijo, son "el delirio de un materialismo desenfrenado, ciego y desenfrenado" y "un consumismo que, como un virus maligno, erosiona de raíz la existencia de las personas y de la sociedad".
"Las casas se llenan de objetos y se vacían de niños, convirtiéndose en lugares muy tristes", dijo el Pontífice, añadiendo espontáneamente que "no faltan gatos y perros pequeños". Insistió en que "sin niños y jóvenes, un país pierde el deseo de futuro".
Un "continente de viejos"
El Papa denunció que "el Viejo Continente" se está convirtiendo cada vez más en un continente de viejos. Calificó a Europa de "cansada y resignada" e incapaz de "saborear, en la civilización del don, la verdadera belleza de la vida".
El jefe de la Iglesia católica expresó su preocupación por los "nuevos récords" de baja natalidad en Europa y en Italia en particular, y deploró que las actividades más rentables de la sociedad contemporánea sean "la fabricación de armas y de anticonceptivos".
El Obispo de Roma instó a los gobiernos a tomar "opciones serias y eficaces en favor de la familia". En particular, les pidió que actúen para que las madres "no tengan que elegir entre el trabajo y el cuidado de los hijos" y para que las parejas jóvenes puedan encontrar una vivienda y combatir la precariedad laboral.
El Papa Francisco también promovió la solidaridad intergeneracional, lamentando que con demasiada frecuencia se "esconda" a los ancianos. "El futuro de los hijos y de los nietos se construye también con las espaldas doloridas de años de trabajo y con los sacrificios escondidos de padres y abuelos", subrayó.
A los jóvenes: "Rememos para cambiar el rumbo"
Por último, el Papa pidió a las nuevas generaciones que tengan el valor de tener hijos. Reconoció que el futuro puede parecer preocupante, citando los conflictos y el cambio climático, pero les pidió que "no se rindan".
"No nos resignemos a un escenario ya escrito por otros, rememos para cambiar el rumbo, aunque sea a contracorriente", animó. E insistió: "Cada regalo de un niño nos recuerda que Dios confía en la humanidad".