Entre el desprecio oficial y la violencia en su contra, las Madres buscadoras de México han encontrado un refugio y una esperanza en la Iglesia católica. Viven en un país de fantasmas, sombras de hijas, hijos, padres, abuelos desaparecidos que se acumulan sobre el recuerdo doloroso. Y que empujan a encontrarlos, con vida o en alguna fosa clandestina.
Parodiando a Georges Bernanos, México se ha convertido en el país de los “grandes cementerios bajo la Luna”. Y las madres coraje, contra todo y contra todos, incluyendo a quienes hicieron desaparecer o cobijaron la desaparición de sus seres queridos, siguen con fe su búsqueda. La Plataforma por la Paz y la Justicia ha documentado 15 asesinatos de madres buscadoras en lo que va de este sexenio.
En días pasados, coincidiendo con la celebración del 10 de mayo, la Arquidiócesis Primada de México realizó una Misa en la Basílica de Guadalupe y, posteriormente, una rueda de prensa -presididas ambas por el obispo auxiliar de esta Arquidiócesis, monseñor Francisco Javier Acero-. Durante la homilía les agradeció a las madres porque con su búsqueda en fosas clandestinas “nos hacen ver que las dificultades se superan con el amor”.
Más adelante, monseñor Acero dijo:
“El amor a sus hijos es lo que nos hace fuertes, en lo personal en mi vocación como sacerdote y como a mí a muchos de los que hoy les estamos acompañando: su testimonio de lucha, su tesón, sus lágrimas y sobre todo sus ganas de encontrar justicia no nos hace indiferentes y nos llama a la justicia y a la paz, recordando muy bien lo que dice el salmo la justicia y la paz se besan. Con sus hijos hoy clamamos justicia por ellos y nos unimos en oración con ustedes”.
La iglesia católica, única institución que apoya integralmente
Durante la rueda de prensa, posterior a la Misa, las buscadoras dejaron en claro que solamente la Iglesia católica es la única institución que se ha hecho cargo de apoyarlas de una manera integral. En la Arquidiócesis Primada de México se celebra una Misa mensual por ellas, y ésta de la Basílica de Guadalupe tuvo un acento especial: “Tenemos que seguir hablando de las víctimas que desaparecen cada día en nuestro país y que el amor de una madre nos recuerda que la dignidad de todo ser humano merece ser respetada”.
Como cada año, llegando el 10 de mayo, se llevó a cabo en la capital del país la Marcha de la Dignidad Nacional Madres buscando a sus Hijas, Hijos, Verdad y Justicia. La noche anterior “familias y colectivos llenaron de velas la explanada del Monumento a la Madre para dar forma a un árbol de vida en memoria de sus personas desaparecidas, pero también de aquellas que han perdido la vida en la búsqueda de sus hijos”, según reportó el portal Animal Político.
Una familia está destruida y eso es irremediable"
En ese mismo reporte, una madre buscadora, Yolanda Morán, expresó el sentir general del colectivo: “No hay nada que celebrar en casa. Al contrario, es cuando más lloramos porque es día de abrazos, es día de ir a festejar a la mamá, que nos dio la vida, y nosotras a nuestro pedazo de carne, pero qué creen: que está sola la mesa, ahí está un plato, una silla vacía, porque una familia está destruida y eso es irremediable, aun cuando lo encontremos vivo, porque es como lo buscamos, a todos los buscamos vivos, porque vivos se los llevaron y vivos los queremos”.
Según la organización civil Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, que encabeza María Amparo Casar, “en México hay más de 111 mil personas que salieron un día y nunca más les volvieron a ver. Les llaman desaparecidos, pero sus familias aún los esperan en casa”. Otras organizaciones elevan el número de desaparecidos a 120 mil. Se calcula que diariamente 14 personas "desaparecen” (eufemismo diseminado por los gobiernos para justificar el que los criminales se los llevaron o los mataron).
"Vale la vida acompañarlas"
En declaraciones para Aleteia, monseñor Acero subrayó que “estas madres maravillosas nos hacen ver que se puede luchar y se puede salir adelante con los demás hijos y a la vez buscando con un pico y una pala a los hijos desaparecidos”.
Y destacó que, desde la propia vocación, “estos dolores tan profundos a uno le hacen ver que vale la vida acompañarlas, escucharlas: somos la única institución –ellas lo reconocen—que les está acompañando integralmente (…) Son unas madres heridas en lo profundo, como el Stabat Mater que celebramos el Viernes de la Pasión. María lo tuvo en sus brazos y estas mujeres quieren tener a sus hijos en sus brazos, aunque sean muertos”.