El cine protagonizado por monjas, si nos abstenemos de biopics o escasos dramas sobre las vidas de las inquilinas de convento, suele dividirse en tres géneros: terror, erótico y comedia. El primero está ahora muy de moda. El segundo era más frecuente en los años 70 y en los 80. El cómico, en los 90, con aquellas películas en las que aparecía Whoopi Goldberg: Sister Act y su primera secuela (la tercera parte está ahora mismo en proceso de preproducción), o aquella otra titulada Monjas a la carrera. En España tuvimos, hace un par de años, otra comedia que no estaba nada mal: Llenos de Gracia, y la recomendamos en esta sección. ¿Y cómo olvidar The Blues Brothers (Granujas a todo ritmo), en cuya trama musical se involucraban unas monjas que ponían en marcha la misión divina de los protagonistas?
Ganándose el cielo, cuyo título original es "Juste ciel!", es una producción francesa del cineasta Laurent Tirard. Este director nacido en 1967 se dio a conocer con su segunda película, Las aventuras amorosas del joven Molière. Durante los siguientes años se encargó de unas cuantas comedias familiares que adaptaban historias del cómic de personajes célebres para públicos infantiles y juveniles: El pequeño Nicolás y Las vacaciones del pequeño Nicolás y Astérix y Obélix: Al servicio de su majestad. Luego rodó dos celebradas comedias junto a Jean Dujardin: Un hombre de altura y Un seductor a la francesa.
Como vemos en su nuevo filme, recientemente estrenado en Movistar, Tirard sigue apostando por la comedia. Juste ciel! es ni más ni menos que cuanto promete: una comedia ligera, entretenida, con una duración a contracorriente de lo que se estila hoy (80 minutos, si la despojamos de los créditos). No diremos que es una gran película, pero sí una correcta película que gustará a aquellos espectadores católicos un poco cansados de ver trailers con novicias metidas en ambientes terroríficos.
Por una buena causa: monjas a la carrera
En un convento de un pueblecito entre montañas, cinco monjas de varias generaciones están pendientes de conseguir subvención para reformar la residencia de ancianos de la que se ocupan. Cuando acuden al Ayuntamiento, el funcionario encargado de recoger las solicitudes les dice que ese año el presupuesto se destina íntegro al premio de una carrera ciclista. Entonces se les ocurre inscribirse en dicha competición para intentar conseguir el premio y auxiliar a los ancianos. El problema es que, de las cinco, solo una, la más joven, posee la destreza suficiente para montar en la bicicleta. Tendrán entonces que entrenar y ejercitarse, como si estuvieran en una película de "Rocky".
Quizá el elemento más llamativo de Ganándose el cielo sea su reparto. Interpretadas por Valérie Bonneton, Camille Chamoux, Claire Nadeau, Guilaine Londez y Louise Malek, las cinco monjas se reparten algunos de los clichés del cine cómico. Está la rebelde y más joven. La más veterana, que ha hecho voto de silencio, y de la que nadie sabe con certeza su edad pues les parece que lleva en el convento toda la vida. O aquella cuyo máximo anhelo es conocer a una celebridad… aunque en este caso se trata del Papa. Algunas de estas actrices son conocidas por series y películas francesas.
En Juste ciel! se encargan de poner en práctica una comedia muy física, en la que no faltan caídas y resbalones, porque Laurent Tirard quería rodar una de esas obras de risa de su infancia en las que predominaba la inocencia, más que los problemas sociales o la crítica a las instituciones. Historias en las que sus personajes parecieran desconectados de la realidad. Aunque, en el caso de las protagonistas de Ganándose el cielo, ninguna de ellas vive en una burbuja, sino que saben de sobra lo que sucede fuera, en el mundo exterior.
Repetimos que es una comedia ligera, amena, para pasar el rato y divertirse con sus protagonistas. Que nadie espere otra cosa. De vez en cuando nos conviene, como espectadores, relajar durante hora y media la cabeza y no preocuparnos de otros asuntos. Ésa suele ser una de las funciones de la comedia. Nos quedamos con la mejor frase de la película: “Usaremos el arma más poderosa de la Iglesia Católica: la culpabilidad”.