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Por qué el Padre Nuestro comienza con tres alabanzas a Dios

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Philip Kosloski - publicado el 22/05/24
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El Padre Nuestro nos ofrece un modelo a seguir en la oración para dirigirnos a Él, pues comienza alabando a Dios antes de pedirle nada para nosotros

Por lo general, cuando queremos orar a Dios, nos lanzamos directamente a nuestras peticiones, dándole a Dios una larga lista de exigencias. Aunque Dios escucha con gusto nuestras oraciones, nos enseñó a orar de una manera que primero profesa nuestro amor por Él, en lugar de nuestros deseos personales. El Catecismo de la Iglesia Católica reflexiona sobre este modelo de oración en su sección sobre el Padre nuestro:

"Después de habernos puesto en presencia de Dios, nuestro Padre, para adorarlo, amarlo y bendecirlo, el Espíritu de adopción suscita en nuestro corazón siete peticiones, siete bendiciones. Las tres primeras, más teológicas, nos llevan hacia la gloria del Padre… La primera serie de peticiones nos lleva hacia Él, por Él mismo: ¡Tu nombre, tu reino, tu voluntad! Es propio del amor pensar primero en aquel a quien amamos".

Si lo piensas bien, en nuestras relaciones humanas no solemos tratar a nuestros seres queridos como máquinas que nos dispensan lo que queremos.

Al contrario, les demostramos que les queremos primero, profesándoles nuestro amor y admiración antes de pedirles su amor a cambio.

Alabar a Dios

Es conveniente que comencemos el Padre nuestro alabando a Dios, en lugar de centrarnos en nosotros mismos:

"En ninguna de las tres peticiones nos mencionamos a nosotros mismos; nos embarga el deseo ardiente, incluso angustioso, del Hijo amado por la gloria de su Padre: "santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad. . . . "Estas tres súplicas fueron ya atendidas en el sacrificio salvador de Cristo, pero desde ahora se dirigen con esperanza a su cumplimiento final, pues Dios no es todavía todo en todos".

Las tres primeras súplicas del Padre Nuestro fortalecen también nuestra fe y nuestro amor a Dios, buscando en Él un apoyo:

"Las tres primeras peticiones nos fortalecen en la fe, nos llenan de esperanza y nos encienden en la caridad. Siendo criaturas y todavía pecadores, tenemos que pedir por nosotros, por ese "nosotros" limitado por el mundo y la historia, que ofrecemos al amor sin límites de Dios. Porque por el nombre de su Cristo y el reinado de su Espíritu Santo, nuestro Padre realiza su plan de salvación, para nosotros y para el mundo entero".

Este formato de oración puede inspirarnos también en nuestras oraciones privadas, alabando primero a Dios, antes de intentar pedirle algo.

Incluso la Misa comparte este formato, ya que comenzamos con el Gloria y solo a mitad de la Misa llegamos a las peticiones.

A través de este modelo, es probable que Dios intente enseñarnos un sentido adecuado de la humildad.

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