«A través de la Eucaristía nos convertimos en profetas y constructores de un mundo nuevo», dijo el Papa Francisco en el Ángelus de la solemnidad del Corpus Christi, el 2 de junio de 2024. La comunión en el Cuerpo de Cristo nos saca de «la lógica de la posesión y del consumo» y, por tanto, debe impulsar a los cristianos «a hacer de su vida un don para los demás», subrayó.
A mediodía, el Pontífice se asomó a la ventana del Palacio Apostólico bajo un cielo lluvioso -cruzado durante toda la mañana por un ballet de helicópteros y aviones militares con motivo de la Fiesta de la República Italiana, que se celebraba ese mismo día-. A los miles de peregrinos congregados bajo sus coloridos paraguas en la Plaza de San Pedro, les recordó que ese mismo día la Iglesia celebraba la Eucaristía, es decir, la entrega de Cristo como don en la hostia, igual que compartió el pan en la Última Cena.
«Celebrar la Eucaristía y comer este Pan, como hacemos especialmente los domingos, no es un acto de culto desvinculado de la vida o un simple momento de consuelo personal», insistió el Papa, recordando que se trata de una comunión. «La comunión con Él nos permite convertirnos en pan partido para los demás, compartir lo que somos», explicó.
El Pontífice subrayó cómo, en la Eucaristía, los cristianos deben convertirse en lo que comen, «hacerse eucarísticos, es decir, personas que ya no viven para sí mismas». A través de la Eucaristía, los fieles se convierten en «profetas y constructores de un mundo nuevo», aprendiendo a «partir el pan de [su] vida a la manera de Jesús».
Fijada para el 60º día después de Pascua, la solemnidad del Santísimo Sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo, también conocida como Corpus Christi, cayó este año el 30 de mayo. Cuando no es festivo -como ocurre en algunos cantones suizos- se traslada al domingo siguiente, sobre todo en países como Francia, Italia y Bélgica.
El Corpus Christi se originó en Lieja en el siglo XIII, bajo el impulso de Santa Juliana de Cornillon y la Beata Eva de Lieja. El Papa Urbano IV lo universalizó en 1264, tras un milagro eucarístico ocurrido el año anterior en Bolsena, cerca de Roma.