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Publicada el 18 de diciembre del año pasado, la declaración Fiducia supplicans, que autoriza las bendiciones no rituales para las parejas homosexuales y divorciadas-reunidas bajo ciertas condiciones, ha dividido fuertemente a la Iglesia católica. De hecho, la cuestión se retiró de los debates del Sínodo de Roma del pasado mes de octubre.
Mientras que Fiducia supplicans fue bien recibida en algunas diócesis, especialmente en Alemania, Bélgica y Suiza, provocó un tsunami de oposición en África. Pero, como confiesa una fuente vaticana estrechamente implicada en el asunto, "el clamor no es solo en el continente africano, sino también en media Europa y gran parte de América Latina".
El cardenal congoleño Fridolin Abongo consiguió finalmente que el Papa aceptara que el texto no se aplicara en África. Esta concesión ha calmado los ánimos, pero ahora existe el riesgo de una Iglesia a varias velocidades, similar a la que se observa entre los anglicanos, donde el arzobispo de Canterbury ya no habla en nombre de toda la Comunión anglicana sobre determinadas cuestiones. La conclusión del Sínodo sobre la Sinodalidad, el próximo mes de octubre, debería brindar la oportunidad de revisar este episodio, que marca una ruptura para algunos.
La revuelta litúrgica siro-malabar
En un mensaje enviado a principios de diciembre, el Papa Francisco dio la Navidad de 2023 como ultimátum a 400 sacerdotes de la Iglesia india siro-malabar que se niegan a acatar una reforma litúrgica votada por el sínodo de su Iglesia hace décadas. El sínodo había acordado una vuelta parcial a una liturgia tradicional para redescubrir sus raíces orientales.
Los clérigos rebeldes, que defienden una versión más moderna de la liturgia, obedecieron finalmente al Papa el día de Navidad para evitar la excomunión. Sin embargo, siguen impugnando enérgicamente la reforma, y ahora se oponen abiertamente al nuevo jefe de la pequeña Iglesia oriental, el arzobispo Mar Raphael Thattil, cuya elección fue aprobada por el Papa en enero.
Sucesor del cardenal George Alencherry, cuya dimisión fue vista como una admisión de fracaso ante esta crisis litúrgica, el arzobispo Thattil tiene la misión de imponer la reforma votada por el Sínodo y restablecer la unidad de esta Iglesia, que cuenta con más de 4 millones de fieles en la India.
La obstinación alemana
Desde el lanzamiento de su "camino sinodal" en 2019, la Iglesia católica alemana y su programa de reformas suscitan una creciente inquietud en Roma. A pesar de varias amonestaciones del Papa y de la Curia romana, en febrero la conferencia episcopal se disponía a votar los estatutos de un "comité sinodal", un organismo destinado a integrar a los laicos en las estructuras de gobierno de la Iglesia alemana.
Un año antes, la Santa Sede había pedido explícitamente a los alemanes que no avanzaran en esa dirección. Esta vez, tres altos cargos de la Curia Romana enviaron en el último minuto una carta a las partes interesadas para anular la votación. Por tanto, la votación se aplazó, pero nada indica que se vaya a abandonar el proyecto de la comisión sinodal.
"Estoy impresionado por la paciencia con la que el Papa y los dicasterios romanos se esfuerzan por permanecer en contacto con los obispos alemanes y mantener la unidad y la comunión", comentó el cardenal arzobispo de Viena, Christoph Schönborn, en respuesta a la revista Communio. El austriaco también pidió a sus vecinos que reconsideren sus planes de celebrar un concilio sinodal, que calificó de problema "desde el punto de vista de la unidad de la fe". "Negarse a ceder sería obstinatio, un signo claro de un cisma que nadie puede desear", insiste.