El 7 de octubre la Iglesia católica celebra la advocación de Nuestra Señora del Rosario, una de las fiestas de la Virgen más populares y con una larga tradición de siglos. En este día se recuerda que la Virgen, Madre de Dios, es la Omnipotencia Suplicante, y que el rosario es arma poderosa para el cristiano.
El rezo del rosario se conoce desde la Edad Media y se empleó como parte de la catequesis para transmitir los misterios de la fe. Hoy son 200 avemarías, distribuidas en misterios Gozosos, Dolorosos, Gloriosos y Luminosos.
Rezar meditando los misterios
Cada decena de avemarías va precedida de un padrenuestro y se acaba con el gloria. Se reza meditando en torno a cada uno de los misterios: la Encarnación del Hijo de Dios, la Visitación de Nuestra Señora a su prima santa Isabel, el nacimiento del Hijo de Dios en Belén. Así se recorre la Encarnación, la Pasión y Resurrección del Señor. Viene a ser un resumen del Evangelio.
Se dice que los capiteles y los retablos de la Edad Media eran la Biblia de los pobres, con la que los cristianos aprendían la vida de Jesús, historias de la Sagrada Escritura, etc.
El rosario fue también instrumento de difusión de la fe. Primero lo fue de manera oral, pero con la aparición de la imprenta en el año 1440, el primer libro impreso fue la Biblia y muy pronto aparecerían publicaciones -con texto e ilustraciones- que difundían la devoción del rosario.
Los grabados servían para reforzar la piedad y para que incluso los analfabetos pudieran comprenderlo.
Estas primeras publicaciones estaban impulsadas al principio por las Cofradías del Rosario y la Orden de Predicadores (fundada por santo Domingo) las empleó enseguida, puesto que desde el siglo XIV se encargaba de difundir el rezo del santo rosario.
Una de las primeras obras impresas que se hizo popular es el “Rosario” de Alberto Castellani, editado en 1521. En él casi cada avemaría está comentada y lleva 170 xilografías.
Una corona de rosas
La palabra “rosario” hace referencia a la corona de rosas que se ofrece a nuestra Madre Santísima.
Cada avemaría quiere ser un regalo a la Virgen en forma de oración. Rezada con amor, no habrá monotonía.
Misterios luminosos: los más recientes
El papa san Juan Pablo II añadió los misterios Luminosos a los tradicionales de Gozo, Dolor y Gloria.
Son cinco aspectos “sacramentales” en torno a Cristo y la Iglesia: el Bautismo de Jesús, las Bodas de Caná, la proclamación del Reino de Dios y la conversión, la Transfiguración y la institución de la Eucaristía.
La victoria de Lepanto gracias a la Virgen
El rezo del rosario tuvo un antes y un después con la batalla de Lepanto.
La cristiandad hubiera sido muy afectada si el Imperio Turco lograba la victoria en 1571. Por eso el papa san Pío V mandó que se rezara el rosario.
Pese a ser muy superiores en número, los turcos fueron derrotados por la Liga Santa y, en agradecimiento por el triunfo, el Papa ordenó en 1572 que se celebrara anualmente a Nuestra Señora de las Victorias para obtener la misericordia de Dios sobre su Iglesia, para agradecerle sus innumerables beneficios y, en particular, para darle gracias por haber salvado a la cristiandad del dominio de los musulmanes en Lepanto.
En 1573, Gregorio XIII dispuso que la fiesta se llamaría del Rosario y decretó que se celebrara el primer domingo del mes de octubre (día en que se había ganado la batalla).
El 5 de agosto de 1716, día de la fiesta de la dedicación de Santa María la Mayor, los cristianos, esta vez comandados por el príncipe Eugenio, derrotaron de nuevo a los turcos en Peterwardein de Hungría, que habría sido la puerta para la invasión de Europa. Entonces, el papa Clemente XI extendió a toda la Iglesia de Occidente la fiesta del Santo Rosario.
En la actualidad la Iglesia católica celebra a Nuestra Señora del Rosario el 7 de octubre, día en que se ganó la batalla de Lepanto.
La Orden de Predicadores (dominicos), sin embargo, sigue celebrándola el primer domingo de ese mes.
Santo Domingo de Guzmán
No sabemos a ciencia cierta si fue santo Domingo de Guzmán (1170-1221), fundador de la orden, quien inventó el rezo del rosario. Algunos autores dan por válida esta tradición, pero otros la ponen en duda. La tradición afirma que la Santísima Virgen se le apareció y le dijo exactamente cómo debía rezarse.
En cuanto al uso de una cadena de cuentas para llevar el rosario, es conocido que en otras culturas la costumbre es anterior al siglo XII y servía para facilitar la repetición memorística de una oración o un canto.
En la actualidad los estudiosos tienden a pensar que el rosario comenzó a rezarse antes de la época de santo Domingo de Guzmán y que él le dio la forma similar a la actual, y al mismo tiempo fue impulsor de esta devoción que tanto ha acompañado a los cristianos desde la Edad Media.
Sin embargo, vale la pena recordar qué dice la tradición respecto al mensaje de la Virgen a santo Domingo:
“Solo si la gente considera la vida, muerte y gloria de mi Hijo, unidas a la recitación del Avemaría, los enemigos podrán ser destruidos. Es el medio más poderoso para destruir la herejía, los vicios, motivar a la virtud, implorar la misericordia divina y alcanzar protección. Los fieles obtendrán muchas ganancias y encontrarán en mí a alguien siempre dispuesta y lista para ayudarles”.
¿Cuándo se comenzó a rezar el rosario con una cuerda con cuentas?
Pese a que no hay certeza en cuanto al origen del rosario, sabemos que ya en el siglo XIII se rezaba cierto número de padrenuestros o avemarías (150, como el número de salmos de la Biblia). Se llevaba la cuenta con una cuerda con cuentas.
Conocemos, por ejemplo, que lady Godiva, de Coventry, murió en el año 1075 y mandó dejar a una estatua de la Virgen «el collar de piedras preciosas que había mandado ensartar en un cordón para poder contar exactamente sus oraciones» (así lo explica Guillermo de Melmesbury).
En el siglo XIII, estos “collares” eran populares y se llamaban “paternosters”, y existía el oficio de artesano “paternostrero” que los fabricaba.
Sobre el rosario existen tres documentos papales recientes: la encíclica «Grata Recordatio», de san Juan XXIII; la exhortación apostólica «Marialis Cultus», de san Pablo VI; y la carta apostólica «Rosarium Virginis Mariae» de san Juan Pablo II, en la que añadió los cinco misterios de luz.
En las apariciones de la Virgen en Fátima, en el año 1917, Nuestra Señora hizo 20 promesas a los que llevaran físicamente el rosario con mucha fe y devoción, ya sea en el cuello, en la cintura, como anillo o pulsera.
La primera de las promesas dice: “A todos los que lleven piadosamente el Rosario, los llevaré hasta Mi Hijo”.
Al aparecerse en Lourdes, la Virgen también pidió que se rezara el rosario.
Nuestra Señora del Rosario es patrona de la orden de Predicadores, de República Dominicana, de Guatemala, de Colombia y de la UME (Unidad Militar de Emergencias) de España, así como de numerosas ciudades y regiones en Hispanoamérica. La ciudad de Rosario, en Argentina, por ejemplo, le debe su nombre.