En la céntrica iglesia de Roma, Santa María de la Victoria, se encuentra una de las más bellas escultura del genial Bernini, “El éxtasis de santa Teresa”.
Esta obra maestra encargada por el cardenal Cornaro en 1647 provocó un enorme escándalo el día de su inauguración.
Gian Lorenzo Bernini, que trabajó más de cuatro años en la escultura, debía hacerse ver como el gran artista que era con esa obra, pues, en ese momento, vivía en el exilio. Pero hubo un problema: cuando la obra fue presentada todos quedaron a boca abierta y no por lo majestuosa que ésta es. Muchos de los presentes gritaron “escándalo” pues vieron el éxtasis de la santa, con el ángel que le traspasa el corazón con la flecha del amor divino, como una escena de puro erotismo.
En esta obra, la santa yace tendida en una nube en modo desordenado, con un pie al descubierto, los ojos cerrados, la boca abierta apenas soltando un gemido y el pecho abierto, extendido hacia adelante; más que un éxtasis divino, muchos "mal pensados" vieron a Teresa en pleno abandono erótico teniendo un orgasmo.
Bernini enseguida se hizo sentir defendiendo su obra maestra de las críticas, afirmó haber representado la escena tal cual como la santa lo había relatado en su autobiografía, El libro de la vida:
"Vi a un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal… No era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parece todos se abrasan… Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas: al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios.
Era tan grande el dolor que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto.
Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo de a gustar a quien pensare que miento… Los días que duraba esto andaba como embobada, no quisiera ver ni hablar, sino abrasarme con mi pena, que para mí era mayor gloria, que cuantas hayan tomado lo criado".
La transverberación
Esta experiencia mística es llamada “transverberación” y es -sin dudas- un placer espiritual y no del cuerpo, una unión muy íntima con Dios. Bernini supo expresar esta vivencia de santa Teresa de modo magnifico, pues hizo comprensible el éxtasis probado por la santa a cualquier común mortal.
Los carmelitas celebran la fiesta de la transverberación de santa Teresa de Jesús el 26 de agosto.
La poesía Mi Amado para mí, de su autoría, inmortaliza esta experiencia:
Hirióme con una flecha
enherbolada de amor
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado para mí
y yo soy para mi Amado.
Conoce a detalle esta obra de Bernini en la siguiente galería:
Ficha técnica:
Autor: Gian Lorenzo Bernini
Cronología: 1647-1651
Estilo: Barroco
Materiales: Mármol
Ubicación: Iglesia de Santa Maria della Vittoria, Roma
Dimensiones: 340 centímetros de altura