Al termino de una relación amorosa, nadie sale invicto; sin importar cual ha sido la circunstancia en la que se dio. Pero ¿cómo saber si el corazón está listo para aventurarse de nuevo?
«Es momento de pasar página», «toca cambiar de capítulo» … Con estas afirmaciones intentan, amablemente, animar los seres queridos de quienes sufren de corazón roto. Sin embargo, solo quién ha sufrido una ruptura amorosa es quien puede discernir si se encuentra en el momento adecuado, si se encuentra en el término medio entre una nueva historia, tal vez precipitada, y un largo repliegue sobre uno mismo.
Plantearse las preguntas apropiadas puede ayudar a ver las cosas con mayor claridad y a detectar los signos que indican que es, efectivamente, momento de lanzarse.
«Un acto reflejo después de una decepción amorosa puede ser el de “volver al ruedo” y precipitarse a buscar otros encuentros. Sin embargo, no estamos necesariamente disponibles interiormente», afirma Claire de Saint Lager en su libro Comme des colonnes sculptées (Como columnas esculpidas: la soltería, un camino de esperanza, editorial Editions Emmanuel).
Como un duelo, el tiempo de cicatrización exige tiempo y pasa por varias etapas:
- Conmoción
- Negación
- Dolor
- Culpabilidad
- Negociación
- Tristeza
- Aceptación con vistas a la reconstrucción.
«El tiempo necesario para sanar, levantarse, dejar que nuestro corazón se configure para asumir una forma nueva con sus fragmentos y su madurez, es algo muy personal», subraya la ensayista. Depende, en efecto, «de la forma en que hayamos entrado en la relación, cómo la hayamos vivido, las esperanzas que se hayan cultivado, las heridas que hayan sido reactivadas».
«¿Tengo aún en mi interior el deseo de vivir y amar?»
No obstante, un día sucede que renace el deseo de reanudar una relación amorosa. Y para medir esta disponibilidad a la relación, Claire de Saint Lager invita a plantearse la siguiente pregunta: «¿Tengo aún en mi interior el deseo de vivir y de amar bajo los escombros del sufrimiento?».
Aunque la escritora anima a no precipitarse en otra relación, exhorta también a «aceptar el empujoncito de un encuentro providencial que venga a llamarnos a la vida».
Una experiencia de crecimiento humano
Una ruptura amorosa, cuando logramos tomar un poco de perspectiva, puede no ser del todo negativa. «También puede ser una oportunidad para una transformación profunda», precisa Claire de Saint Lager. Enseña a conocerse uno mismo, invita a ciertos cambios, resulta reveladora. En este sentido, una ruptura amorosa «es también una experiencia de crecimiento humano y espiritualmente profunda».
La Madre Isabelle escribe en Paroles d’accompagnement spirituel (Palabras de acompañamiento espiritual, editorial Parole et Silence) que «la vida se desarrolla cuando atravesamos el sufrimiento, porque el sufrimiento abre nuestro corazón, nos hace más humildes y más justos». Una fecundidad, en cierto sentido, de una unión que no se culminó finalmente.