La vida es breve, el salmo 90 dice que vivimos 70 años y los que tienen más vigor, hasta 80, lo cual podría parecer mucho tiempo, pero cualquiera que ya haya pasado de los treinta, indudablemente sentirá que se le ha ido como agua. Eso nos hace plantearnos otra pregunta: ¿de verdad hemos aprovechado al máximo esos años? y no solamente en el sentido personal es muy bueno que nos superemos y alcancemos nuestras metas.
La pregunta crucial sería: como cristiano, ¿cómo va tu relación con Jesucristo? El Señor nos ha dado la oportunidad de conocerlo porque el encuentro final con Él es inevitable. Por lo tanto, debemos hacer de nuestra formación cristiana la prioridad en nuestras actividades, donde el día a día comienza de madrugada y termina entrada la noche. De esas horas, ¿cuántas dedicamos a nuestra fe y relación con el Dueño de nuestra vida?
¿Quién dices que soy Yo?
En el Evangelio de Mateo, se plasma este momento en el que Jesús ya tenía sondeado el terreno, la gente no sabía bien con quien estaba tratando, sin embargo, lo que realmente importaba era saber qué pensaban aquellos que habían convivido con Él un tiempo razonable, y salir de la duda, por eso les dice: «y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?» El Señor les preguntó a los discípulos y Pedro acertó a decir: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo» (Mt 13,16).
Hoy, esa pregunta se transforma en esta: «¿Quién soy para ti?». Existen personas que han tenido vivencias dentro de un retiro, una conferencia, una plática, una homilía, en fin, un momento especial en el que se les ha presentado la Persona de Cristo, impactándolas de tal modo que se sienten atraídas sin remedio y buscan enriquecer la experiencia con conocimiento, porque es verdad aquello de que «nadie ama lo que no conoce».
Amar a Cristo con el alma
Por eso, en primer lugar es necesario ese primer encuentro, donde ocurre el enamoramiento hacia Jesús. Y, como en toda relación, hay que frecuentarlo para conocerlo más y llegar al verdadero amor, ese que cala hasta los huesos y se queda incrustado para siempre. Pero es indispensable alimentar el conocimiento de Él, estudiar, reflexionar, hacer oración, acudir a los sacramentos, porque se trata de un proceso que lleva toda la vida.
Y si nada más viviremos 80 años, suponiendo que somos de los «resistentes» de los que habla el salmo, basta con hacer la resta para enterarnos de cuánto tiempo nos queda para conocer y amar al Dios hecho Hombre, que se ha quedado con nosotros en la Eucaristía y que nos ha dejado al Paráclito para santificarnos y decir como Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!» (Jn 20,28)
¿Qué esperamos?, el tiempo apremia y nos jugamos la salvación. Ama a Cristo, ama a tu prójimo y respondamos personalmente: ¿Quién es Jesús para mí?