Hay tantos títulos de clérigos como cargos en la jerarquía eclesiástica, que son bastantes. ¿Cómo dirigirse a un sacerdote o a cualquier clérigo de acuerdo con la etiqueta adecuada para evitar un desliz vergonzoso?
Un beso de bienvenida
La mayoría de las veces saludamos a un sacerdote con el clásico: "¡Hola, padre!". A su vez, solemos decir "¡Adiós, padre!" como despedida. Aplicamos las mismas reglas cuando tratamos con monjas. Si queremos iniciar una conversación, nos dirigimos al sacerdote: "por favor, sacerdote" o de manera menos formal: "cura", "hermano" o "padre". Sin embargo, nada nos impide tutearnos en el caso de una relación más estrecha -amistosa o colegial- con un sacerdote.
Cuando nos referimos a un párroco o a un obispo, utilizamos "párroco" o "sacerdote obispo". Nos referimos al Papa como "su Santidad" o simplemente "el Santo Padre". Cabe mencionar aquí que, según una costumbre católica que se remonta al siglo IX, los fieles presentaban sus respetos al jerarca besando su anillo a modo de saludo.
Aunque mucha gente no se da cuenta, esta norma prácticamente ya no se aplica en los encuentros con los obispos. Sin embargo, sigue siendo la costumbre cuando se trata del jefe de la Iglesia. Sin embargo, el Papa Francisco declaró que no quiere que le besen el anillo de sello y ha pedido a los fieles que no lo hagan.
¿"Sacerdote obispo" o "Su Excelencia"?
Formalmente, hay que dirigirse al obispo y al arzobispo como "su excelencia" y a un cardenal: "eminencia". "Su excelencia" o "su eminencia" bastarán cuando nuestras relaciones con clérigos de este rango pasen a ser privadas o sean más confidenciales.
Una etiqueta mucho más oficial se aplica a las apariciones públicas y a la correspondencia. Cuando escribimos a un sacerdote - según su rango - precedemos el título con un adjetivo: "Reverendo", "Reverendísima" o "Venerable". Una carta a un obispo, por ejemplo, puede dirigirse: "Su Excelencia Reverendísima", mientras que a un cardenal: "Su Eminencia, Reverendísimo Cardenal". Si el sacerdote tiene un título académico además de su título eclesiástico, trasládelo al final de la frase (por ejemplo, "Reverendo Profesor").
No lo hagas: "¡Por favor!"
Los sacerdotes católicos no son los únicos clérigos con los que podemos entrar en contacto. ¿Cómo debemos dirigirnos correctamente a un sacerdote, rabino o pastor ortodoxo? Y aquí conviene saber que decir a un sacerdote ortodoxo "popa" o "disculpe, popa" se considera no solo incompatible con la etiqueta lingüística, sino francamente grosero. Empezamos una conversación con "disculpe, cura". En el caso de un clérigo evangélico, lo apropiado sería "disculpe, pastor". Lo mismo ocurre con un rabino, al que mostramos aún más respeto saludándole con el saludo popular judaico: "¡Shalom!".
¿Sacerdote o maestro?
La cuestión sigue siendo si, en un caso excepcional -como cuando un ateo saluda a un clérigo-, puede dirigirse a él como 'señor'. Según Katarzyna Kłosińska, del Instituto de la Lengua Polaca, "es habitual dirigirse a un sacerdote como 'disculpe, sacerdote' y en el uso de esta forma no influye la religión (o irreligión) del interlocutor". El experto añade que el uso de una forma diferente "resulta descortés y puede percibirse como una señal de que no se reconoce la condición de clérigo de ese hombre".
Por otra parte, un ateo o una persona de otra religión no están obligados a saludar a un clérigo con el clásico: "¡Hola, padre!". Como es bien sabido, tal saludo es de naturaleza estrictamente religiosa, por lo que puede ser sustituido con éxito por la forma laica: "¡Buenos días!".