4 de abril de 1964. La gran explanada de la Plaza de San Pedro, resplandeciente por una ligera lluvia, fue atravesada por una furgoneta que transportaba un gran cajón blanco, seguida por una pequeña comitiva de automóviles en los que viajaban diversos funcionarios del Vaticano y de los Estados Unidos. En los laterales de la caja figuraba la inscripción en grandes letras rojas: "PIETÀ - de Su Santidad el Papa Pablo VI a Su Eminencia el Cardenal Francis Spellman, Pabellón del Vaticano, Feria Mundial de Nueva York". Los vehículos se dirigieron cuidadosamente al puerto de Nápoles, a 250 km de Roma, donde debían embarcar en el majestuoso transatlántico Cristoforo Colombo con destino a Nueva York.
De eso hace ya sesenta años. La famosa obra de arte de Miguel Ángel abandonaba por primera vez el Vaticano en un largo viaje a través del Atlántico. La escultura, creada por el artista italiano en 1499 -cuando solo tenía 23 años- se considera parte fundamental de la Basílica de San Pedro, y un viaje así parecía inimaginable. Sin embargo, en 1962, el Papa Juan XXIII aceptó una petición sin precedentes del arzobispo de Nueva York, el cardenal Spellman, para exponerla en la gran metrópoli estadounidense. Tras su muerte, esta promesa fue cumplida por su sucesor, el Papa Pablo VI, a pesar de las numerosas protestas -desde el norte hasta el sur de Italia- y de las dificultades objetivas de transporte para la época.
Varios expertos fueron convocados al Vaticano para estudiar la forma más segura de transportar la Piedad y, tras largas discusiones, se llevó a cabo la delicada operación de trasladar la obra de mármol. En presencia de expertos estadounidenses e italianos de la Fabrique de Saint-Pierre, la majestuosa escultura, que mide 1,74 m de alto y 1,95 m de ancho, se deslizó desde su pedestal hasta una caja utilizando tablones de madera enjabonados. Los laterales del cajón se cubrieron con planchas de poliestireno -un material considerado moderno en la época- y se vertió poliestireno expandido en el interior para ocupar todos los pliegues de la obra de mármol y hacerla completamente estable. El cajón de madera estaba a su vez encerrado en una caja metálica estanca e insumergible de no menos de 6 toneladas, diseñada para resistir el frío, el calor y el agua en caso de hundimiento.
Nueva York da la bienvenida a la Pietà
Trasladada al puerto de Nápoles, bajo la estricta vigilancia de un equipo de agentes de la policía de tráfico, la Piedad fue embarcada en el Cristoforo Colombo, al mando del capitán Giuseppe Soletti, y atravesó el océano Atlántico. Tras ocho días de travesía, llegó a Nueva York el 13 de abril. El transatlántico pasó junto a la Estatua de la Libertad, cruzó el Hudson y llegó a Manhattan. La Piedad fue trasladada a Flushing Meadows Park, en Queens (Nueva York), para ser expuesta en el pabellón del Vaticano en la Exposición Universal de 1964-1965.
La gran obra, que representa a María con su hijo Jesús en el regazo tras su crucifixión, estaba coronada por una gran cruz, en un decorado azul oscuro, diseñado por uno de los decoradores teatrales más famosos de Broadway, Jo Mielziner. La obra permaneció en Estados Unidos durante 19 meses, vigilada las 24 horas del día, y fue admirada por más de 27 millones de visitantes durante su estancia.
El 4 de octubre de 1965, Pablo VI -el primer Papa que visitó Estados Unidos- viajó a Nueva York y visitó el pabellón donde estaba expuesta la Piedad.