¿Rezar? La vida moderna puede ser ajetreada, ya que todo se mueve a la velocidad de la luz, y a menudo te castigan si no organizas tu vida de forma que puedas seguir el ritmo de las exigencias.
Una vida ajetreada
Criar una familia puede ser especialmente ajetreado, ya que los niños tienen que estar al día con los deberes y asistir a diversos entrenamientos deportivos a lo largo de la semana. Por no hablar de las exigencias modernas de la vida empresarial, en donde cada vez es más frecuente que las tareas a realizar se soliciten "para ayer", y los directivos no se alegran cuando se aplaza la entrega un proyecto.
Con tanto ajetreo, puede parecer que no hay tiempo para rezar durante el día. Sin embargo, incluso la persona más ocupada del mundo puede encontrar tiempo para rezar.
El Catecismo de la Iglesia Católica hace una afirmación similar en su sección sobre la oración:
Siempre es posible rezar: El tiempo del cristiano es el de Cristo resucitado que está siempre con nosotros, no importa las tempestades que puedan surgir. Nuestro tiempo está en manos de Dios.
A continuación, el Catecismo cita a san Juan Crisóstomo, que da recomendaciones muy concretas sobre cuándo rezar:
Es posible ofrecer una oración ferviente incluso caminando en público o paseando solo, o sentado en tu tienda, . . . mientras compras o vendes, . . . o incluso mientras cocinas" (san Juan Crisóstomo)
Ideas para poder rezar en el día
Básicamente, ninguno de nosotros está exento de rezar. Podemos pensar que estamos "demasiado ocupados" para rezar, pero no es así. Es sencillamente imposible vivir 24 horas al día en un estado constante de actividad. Si lo hiciéramos, moriríamos de agotamiento.
Lo que tenemos que hacer, en cambio, es admitirnos a nosotros mismos que sí tenemos tiempo para rezar y hacer un esfuerzo consciente para utilizar nuestro tiempo sabiamente.
Por ejemplo, tal vez tengamos una hora de trayecto al trabajo, ya sea en coche, autobús o metro. Podemos utilizar aunque sea una pequeña parte de ese tiempo para rezar.
Otro ejemplo es que todos comemos en algún momento del día. Podemos utilizar parte de ese tiempo para rezar en silencio a Dios.
Un último ejemplo es la realidad de que todos dormimos y determinamos cuándo nos acostamos y cuándo nos levantamos. Podríamos dedicar 15 minutos de ese tiempo a sentarnos y meditar sobre el amor que Dios nos tiene.
Todos tenemos tiempo para rezar, incluso cuando decimos que no lo tenemos.