"El Padre Pío no era solo un padre espiritual… ¡Para mí era mi padre!", dice Elia Stelluto a Aleteia sobre su vínculo especial con el Padre Pío. Nacido en 1935 en san Giovanni Rotondo, este hombre de 90 años conserva vivos recuerdos de su infancia cerca del convento capuchino, donde desarrolló un estrecho vínculo con el monje, que ya gozaba de fama de santidad en vida. "Crecí con él desde 1942, cuando me hice monaguillo a los siete años y le acompañaba a Misa", recuerda.
Tras una "infancia de miseria", al final de la cual probó suerte con la fotografía para sobrevivir, Elia emigró a Argentina en 1954 con el resto de su familia para reunirse con su padre y su hermano mayor, que habían partido a probar suerte unos años antes. Pero al joven le perseguía el recuerdo de las lágrimas del Padre Pío durante su último encuentro antes del exilio latinoamericano. La vida en Argentina era ciertamente más cómoda, pero sintió la llamada de volver a sus raíces.
Seis meses más tarde, cruzó el Atlántico en dirección contraria, regresando definitivamente a San Giovanni Rotondo. Aunque aún era menor de edad, recibió la activa ayuda del cónsul italiano en Buenos Aires, quien le confió que era un gran admirador del monje capuchino: no solo facilitó los trámites administrativos para que Elia pudiera regresar a su país de origen, sino que, sorprendentemente, el propio diplomático se encargó de convencer a sus padres para que le dejaran volver a Italia. Elia no volvería a ver a su familia hasta 30 años después, y sus parientes acabarían regresando a San Giovanni Rotondo, incluido su hermano mayor "argentino", que aún vive y dentro de unos días celebrará su centenario.
Tras su regreso, Elia Stelluto volvió a fotografiar al Padre Pío en su vida cotidiana… a pesar de una primera experiencia dura. "La primera vez que intenté fotografiar al Padre Pío durante la celebración de la Misa, se enfadó y exigió que vinieran los carabinieri a detenerme. Fui a verle después de la celebración para pedirle perdón", recuerda, divertido por la mezcla de firmeza y benevolencia que emanaba del monje.
Ganarse la confianza del Padre
A lo largo de los años, a pesar de trabajar sin flash y con velas como única luz, Elia ha conseguido "mostrar al santo en toda su sencillez". A pesar del ambiente oscuro del convento, que lógicamente debería haber inutilizado las fotos con la técnica de plata de la época, del rostro del santo emana una extraña luz. "No soy fuerte, pero son fotos misteriosas… El Padre Pío era luminoso, y eso no tiene explicación", afirma.
Cincuenta y seis años después de fotografiarle en su última Misa, Elia Stelluto sigue custodiando un archivo extraordinario, del que se han extraído estas diez nuevas fotos, puestas a disposición del público en la página web ilverosanpio.org. La iniciativa partió del Presidente de la Fundación San Pío, organización con sede en Estados Unidos y presidida por el cantante de ópera italiano Luciano Lamonarca, afincado en Nueva York desde hace 15 años.
Este artista atribuye a la intercesión del Padre Pío el "milagro" del nacimiento de su hijo Sebastián, concebido con su esposa en un momento en que los médicos les habían dicho que no habría cura para su infertilidad. Fascinado por el monje capuchino, el tenor italiano ha puesto música a la "Canción de San Pío", compuesta en el momento de su muerte, en 1968, y recorre el mundo para dar a conocer a este santo que le fascina y conmueve.
"En todos los países hay muchas personas que nunca podrán venir a Pietrelcina y a San Giovanni Rotondo, pero a nosotros nos corresponde hacerles accesible al santo", explica a Aleteia.
Juan Pablo II y el Padre Pío unidos en el sufrimiento
Luciano Lamonarca señala que el monje capuchino "nos invita también a reflexionar sobre nuestra relación con el sufrimiento. Hoy tratamos de librarnos del más mínimo dolor de cabeza, de la más mínima molestia. El Padre Pío nos enseña, en cambio, a sufrir con decencia, a ofrecer nuestro sufrimiento al Señor, porque todo el mundo sufre. En este sentido, vamos a contracorriente, pero nos encomendamos a San Pío para que ayude a los católicos y a los no católicos a vivir con dignidad", insiste.
La presentación de estas fotos tuvo lugar en el Vaticano en el décimo aniversario de la canonización de Juan Pablo II, un Papa cuya vida estuvo marcada por el sufrimiento, y que mantuvo una estrecha relación con el Padre Pío tras conocerlo en San Giovanni Rotondo en 1948. Andrea Tornielli, director editorial de Vatican Media, recordó el impacto de la visita del joven abad Karol Wojtyla. "Marcó su vida, con una relación que continuó, también a nivel místico, como atestiguan muchas cartas". Desde Cracovia, el arzobispo Wojtyla pedía al padre Pío oraciones y gracias", explica el periodista italiano, recordando que este vínculo no era evidente en un contexto de gran desconfianza en el Vaticano hacia este religioso, al que algunos acusaban de impostor.
El monje capuchino fue "un místico, siempre obediente a la Iglesia, a pesar de todos los ataques que se le hicieron. Demuestra que la santidad significa también aceptar decisiones que pueden parecer difíciles e incomprensibles", dijo Andrea Tornielli.
Juan Pablo II puso fin al debate beatificando al Padre Pío en 1999 y canonizándolo en 2002. Es, pues, "un santo que sigue siendo actual, un santo del pueblo, que ha entrado en el imaginario colectivo". Este vínculo entre Karol Wojtyla y el Padre Pío fue decisivo, como reconoce Elia Stelluto.
"Había mucha oposición a él dentro de la Iglesia. Si no hubiera sido por Juan Pablo II, el Padre Pío no habría sido nombrado santo", afirma quien sigue siendo uno de los últimos testigos de esta extraordinaria aventura espiritual.