En una tranquila calle residencial del norte de Roma, en la tercera planta de un edificio de poca altura, hay un amplio apartamento decorado con paredes verdes, muebles blancos y rojos, y fotos de la sonriente Chiara Corbella Petrillo, una madre italiana que murió en 2012 tras posponer un tratamiento contra el cáncer para poder dar a luz a su hijo.
"La Casa di Chiara" fue inaugurada el 8 de mayo de 2024, por dos organizaciones provida italianas, para acoger y asistir a mujeres con embarazos complicados que necesitan acudir a Roma para recibir tratamiento médico especializado. Doce años después del fallecimiento de Chiara, su historia sigue inspirando iniciativas de apoyo a las madres y a la vida que llevan en su seno, desde sus primeras etapas.
"El testimonio de Chiara es eterno, es el testimonio de una hija que permanece amada", dijo a Aleteia Enrico Petrillo, marido de Chiara, durante la ceremonia de inauguración, a la que asistieron también sus padres.
"Este era el secreto de Chiara, saberse amada y así poder acoger a los demás, que al final es el secreto del Señor".
"Estamos felices; esto es algo hermoso hecho en memoria de Chiara, que solo puede alegrarnos. Esperamos que muchas madres puedan beneficiarse de esta estructura", dijo a Aleteia Roberto Corbella, padre de Chiara, con una cálida sonrisa. A la ceremonia de inauguración asistieron también varios representantes del gobierno italiano y un obispo auxiliar de Roma, Benoni Ambarus, que bendijo el apartamento.
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El testigo de Chiara
Chiara falleció en 2012 tras posponer el tratamiento contra el cáncer para dar a luz a Francesco, su hijo y el de Enrico. La pareja ya había perdido dos hijos, en 2009 y 2010, ya que durante sus embarazos se descubrió que ambos padecían enfermedades mortales. A pesar de las dificultades, llevó a término ambos embarazos, y ella y Enrico bautizaron a los niños, que vivieron menos de una hora.
Su historia recuerda la de la famosa santa italiana Gianna Berretta Molla, que también rechazó el tratamiento contra el cáncer para dar a luz a su hija. Hoy Chiara es reconocida como Sierva de Dios por la Iglesia, ya que se ha abierto una causa para investigar su vida y evaluar su posible beatificación y canonización.
"Chiara siempre hizo la voluntad de Dios, aceptó [sus embarazos] siendo consciente de que al cabo de unas horas tendría que despedirse de ellos. Gracias a su perseverancia, su amor, su fuerza, […] luchó para asegurar la vida de su hijo Francesco. Por eso dedicamos esta casa a Chiara", dijo con lágrimas en los ojos Antonio Brandi, presidente de la asociación "Pro Vita e Famiglia" (Pro vida y familia), que ayudará a gestionar la casa.
El testimonio de Chiara está en su "normalidad", reflexionó su padre, Roberto. "Afrontaba las cosas con mucha naturalidad, con un espíritu positivo. Creo que esto ayuda a muchas madres en apuros. Ven sus problemas como insuperables; en cambio, Chiara los afrontó y los superó".
Otra opción para las madres
Ahora, su historia puede servir de apoyo a las nuevas madres diagnosticadas con complicaciones prenatales que necesitan venir a Roma para recibir tratamiento especializado. "La Casa di Chiara podrá alojar hasta tres familias a la vez y dispone de una amplia cocina, dos baños y una terraza. Además, está muy bien situada, a solo tres kilómetros del Hospital Gemelli de Roma, uno de los centros médicos más importantes del mundo.
El Gemelli también cuenta con un "Hospicio Perinatal", especializado en medicina materno-fetal y cuidados paliativos perinatales, es decir, que se ocupa de los fetos afectados por enfermedades graves, junto con sus madres.
Pro Vita e Famiglia se centrará en los aspectos logísticos y prácticos del mantenimiento del apartamento y la asistencia a las familias. Por su parte, la fundación "Il Cuore in una Goccia" ("El corazón en una gota"), que colabora estrechamente con el Hospital Gemelli, se encargará de proporcionar a las familias la asistencia médica, psicológica y espiritual adecuada.
Según Pro Vita e Famiglia, en el último año más del 79 % de las solicitudes de asistencia presentadas al Hospicio Perinatal del Hospital Gemelli procedían de familias residentes fuera de la región del Lacio, donde se encuentra Roma. Las familias solicitaban tratamientos para afecciones como malformaciones estructurales, anomalías cromosómicas y cardiopatías, entre otras.
"Lo que se nos dice hoy es que siempre hay que enfrentar dos opciones: la de la mujer y la del niño. Con esta [inauguración] hoy queremos decir que es posible otra elección […] que acompañe a ambos en este viaje, que al final es un viaje de alegría, felicidad y amor", declaró Jacopo Coghe, portavoz de Pro Vita e Famiglia.
Ser simplemente guardianes de la vida
Durante la inauguración, Coghe también compartió su experiencia personal al descubrir en 2014, mientras su mujer estaba embarazada de su tercer hijo, que a su bebé le faltaban los dos riñones. Pese a ello, su mujer llevó a término el embarazo y su hijo, Gregorio, nació, fue bautizado y vivió "40 minutos de amor", explicó Coghe, visiblemente emocionado.
"Desde fuera estas historias pueden parecer historias de sufrimiento, pero en cambio son historias de Amor con mayúsculas", dijo, y añadió que Pro Vita e Famiglia espera poder abrir otras casas como esta.
Además de las fotos de Chiara, una pequeña placa junto a la puerta del apartamento contiene un texto escrito por ella en el que relata su vida y su experiencia.
"Tenemos que ser guardianes de la vida. A menudo guardamos un regalo sin saber lo grande que es. Roberto y Anselma custodiaron a Chiara, pero no sabían quién sería", reflexionó Enrico durante la ceremonia de inauguración. "Debemos guardarlos [a nuestros hijos] no solo por su propio bien, sino también por el de aquellos que no comprenden este don. […] Creo que nuestro Señor deseaba ser custodiado por María y José, y ellos le custodiaron no solo para defender a Jesús, sino que lo hicieron por nosotros".
Para las familias que puedan ser acogidas en esta casa y se enfrenten, como Chiara y Enrico antes que ellos, a embarazos difíciles, dijo:
"No os paréis a centraros solo en el presente, porque a veces el presente puede parecer muy, muy duro. Pedid ojos que puedan mirar más allá y puedan intuir que no somos dueños de nada, de la vida misma. Solo se nos pide que seamos guardianes".