Estamos a punto de celebrar el final del tiempo pascual y la llegada del Espíritu Santo en Pentecostés, tal como lo anunció el Señor Jesús:
"Les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes" (Jn 16, 7).
Y así como lo había anunciado, el Señor ascendió al cielo y pocos días después, envió al Espíritu Santo, manifestándose con hechos portentosos, y quien permanecerá con nosotros hasta que Él vuelva.
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse (Hch 2, 1-4).
Recibamos al Paráclito, con la oración que hoy te presenta Aleteia.