En Suncoast, Doris (Nico Parker) es una adolescente que trata de adaptarse a los tres mundos que conforman su vida. Por un lado está su hermano, Max (Cree Kawa), postrado en una cama y víctima de un tumor cerebral, al que lleva años cuidando y a quien le queda poco tiempo de existencia. Por el otro, su madre, Kristine (Laura Linney), siempre triste y enfurecida por la situación del hijo y echándole sermones a ella sobre lo que debe y lo que no debe hacer. En tercer lugar, los compañeros del instituto cristiano en el que estudia, porque para ellos es invisible, y muchos ni siquiera saben su nombre a pesar de ir juntos a clase. A Doris le falta una figura paterna en la que apoyarse, pues su padre murió hace tiempo.
Cuando su madre decide ingresar a Max en Suncoast, un centro especializado para pacientes terminales, Doris conocerá a Paul (Woody Harrelson), un viudo católico que se manifiesta a las puertas del edificio en contra de la eutanasia.
El hombre se convierte en la figura paterna y en la persona que, cuando ella se queja de su situación y del estado de su hermano, le dice, recordando a su fallecida mujer: “Toda vida es un tesoro”. Paul le aconseja hablar con su hermano (aunque parezca que no le oiga, dado su estado vegetativo) antes de que sea demasiado tarde, pues cuando los parientes fallecen uno siente la necesidad urgente de contarles cosas… y entonces ya no se puede.
Suncoast, película recientemente estrenada en la plataforma Disney, contiene tantos defectos como virtudes. Esta circunstancia provoca una especie de vaivén en el espectador, quien se siente conforme con algunas situaciones y con otras no. Comentaremos primero los defectos para acabar con una nota positiva:
Para empezar, tiene uno la sensación de que ha visto esta historia en el cine un millón de veces, dados los lugares comunes que se van acumulando desde el inicio: la madre insoportable, el padre muerto, las amigas pijas y frívolas, la importancia que le dan al baile de graduación, la protagonista introvertida que busca dónde encajar…
Laura Linney está bien en su papel, pero su personaje recuerda demasiado al que interpretó en Love Actually, aquella mujer atada a los cuidados de su hermano, lo que le impedía mantener relaciones sentimentales con el hombre que le gustaba y que no era capaz de vivir. Esto implica que cada una de sus apariciones sea tan incómoda para el espectador como para Doris: porque no es capaz de ver a su hija ni de aceptar que ella también tiene necesidades y apetencias y aún es muy joven para pasar las noches cuidando de su hermano en Suncoast. Aunque la actriz nos hace comprender la amargura de una madre abnegada y sufridora, siempre pendiente de alguien atado a la enfermedad. Tampoco ayudan la presencia de las amigas de su clase, que encarnan todos los clichés habituales.
Cosas importantes que decir a quienes se han ido
La máxima virtud de Suncoast es el personaje de Woody Harrelson y su interpretación (y la de la joven Nico Parker, quien recibió un premio en el Festival de Sundance). Paul es un tipo capaz de añadir notas de humor a pesar de su situación, dado que sigue triste por la muerte de su esposa. Es la clase de personaje que alivia lo dramático del filme y cuyas apariciones se agradecen, aunque sean breves y esporádicas. Pronuncia las mejores frases, como cuando dice: “Cuando los perdemos, de pronto tenemos cosas importantes que decirles. O cosas sin importancia. Solo queremos... Solo queremos decirles cosas”. A mi entender, estos dos intérpretes son quienes salvan la película antes de que naufrague en sus lugares comunes.
También se agradece que la película se apoye en ciertos valores, como conferir importancia a quienes están enfermos aunque su vida, y por ende la de quienes les cuidan, no sea nada fácil y esté repleta de trabas. Por eso el personaje de Paul, como una voz de la conciencia, insiste en que debemos hablar con ellos, en que llegará un momento en el que ya no estén y les echaremos de menos.
Otra de sus virtudes es que se basa en la historia real de su directora, Laura Chinn, curtida como actriz y guionista en cortometrajes y series de televisión, y que con Suncoast hace su debut tras las cámaras. Entendemos el dolor por el que habrá pasado, asumimos su lucha entre el deber familiar y las necesidades propias de la edad. Porque la película, en realidad, nos habla del duelo, de cómo enfocarlo cuando aún no ha llegado la muerte. Se trata de la preparación del duelo y de las tensiones que provoca la certidumbre de la pérdida y la proximidad de esa tragedia. El filme, por cierto, está dedicado a la memoria del hermano: Max Kenneth Chinn.