Aunque los especialistas recomiendan dormir entre 7 y 9 horas por noche, no siempre se logra este objetivo, provocando una serie de batallas para lograrlo. Sin embargo, respetar este tiempo mínimo de sueño nos ayuda a recuperar nuestras capacidades físicas, psíquicas e intelectuales, mejorar nuestra salud y nuestra memoria y reducir el estrés. Así que es fundamental que analices los factores que afectan a tu calidad de sueño y retrases la hora de acostarte, para que puedas deshacerte de ellos y ¡conseguir por fin el sueño que necesitas!
1FALTA DE DISCIPLINA
Si te levantas de la cama cansado por la mañana, aunque acabes de despertarte, es probable que no estés respetando plenamente tu necesidad de sueño. Mientras que algunas personas duermen poco, otras necesitan dormir más para sentirse realmente descansadas. Sin embargo, no es fácil establecer un horario de sueño y cumplirlo cada noche.
La tentación de seguir leyendo tu libro, viendo tu serie favorita o haciendo scroll en Instagram suele ser muy poderosa, pero al día siguiente, el cansancio y la falta de eficacia son más fuertes.
La solución sería, entonces, tener una sana disciplina y no retrasar inexorablemente la hora de acostarse. Bien lo dicen las Sagradas Escrituras: "Aférrate a la disciplina, no aflojes, vela por ella: es tu vida" (Pb 4,13), y también nos recuerdan: "En vano… retrasas la hora de tu descanso… Dios sacia a su amado cuando duerme" (Sal 126,2).
2ANSIEDAD
Al acostarnos, a veces repasamos los acontecimientos del día y nos dejamos abrumar por los remordimientos y los reproches. "Tendría que haber dicho esto" o "no tendría que haber dicho aquello", o nos agobiamos por el estrés de todas las cosas que hay que hacer al día siguiente. Pero para conciliar el sueño, la serenidad es esencial.
La Biblia lo recomienda: "Cuando te vayas a dormir, no estés ansioso; una vez dormido, tu sueño será dulce. No tienes nada que temer" (Pb 3, 24-25). Para relajarte, nada mejor que despejar la mente: si quieres, haz una lista de las cosas de las que tienes que ocuparte al día siguiente, pero luego ponte en presencia de Dios y confíale todo lo que te preocupa y pesa en tu corazón. Él te inundará con su paz y te dará un sueño tranquilo.
3ira
Después de un día agotador, es fácil enfadarse con los hijos o discutir con la pareja. Sin embargo, esto puede resultar molesto para el resto de la noche y dificultar conciliar el sueño. Aunque sea más fácil dejarse llevar por el enfado, en realidad es esencial reconciliarse rápidamente para restablecer la paz en la familia.
No guardar rencor o amargura te ayudará a conciliar el sueño más rápidamente y en paz, dejándote a ti y a los tuyos con el corazón más ligero. Así que, cuando te invada la ira, recuerda las sabias palabras de san Pablo apóstol de los Efesios: "¡Que no se ponga el sol sobre tu cólera!" (Ef 4,26).